El refrigerio no es una oportunidad para comer algo grasosito o alto en carbohidratos, es común que a media mañana o media tarde nos ataque un antojo voraz cargado de ansiedad que se disfraza de hambre, es cuando recurrimos a la comida chatarra (papitas, galletas, pastelillos o dulces).
¿Cómo prevenir esto? Planeando nuestros refrigerios y controlando el estrés.
Cuando sientes ansiedad y urgencia por comer, respira profundo, pon atención en tu postura y respiración; solemos estresarnos porque tenemos la atención en lo que viene, en la próxima tarea, en el futuro. Estar en el aquí y el ahora nos permite disfrutar y enfocarnos para conquistar el bienestar.
Es conveniente planear los refrigerios, asegúrate de tener los ingredientes en casa y preparar por la tarde o noche del día anterior (cortar, picar, cocer, lavar, etc.), empaca en bolsitas pequeñas o en recipientes cerrados herméticamente, permite que los niños participen de la elección.
Intenta tantas combinaciones como te sean posibles, echa a volar tu creatividad, los ingredientes son tan variados como tu decidas, puedes usar frutas, verduras, yogurt, cereales integrales, pan, pechuga de pavo, frutos secos, queso.
En el caso de los líquidos, evita los jugos y refrescos con un alto contenido de azúcar, en exceso producen aumento de peso y dañan los dientes, prefiere hidratarte con agua natural o agua con fruta.
Evita incluir en los refrigerios de los niños dulces diariamente, no se trata de prohibir o satanizar, sino de educar con el ejemplo, disfrutar de un dulce de vez en cuando o cuando acuden a una fiesta no les hará daño y sabemos que es parte de socializar.
¡No te olvides de variar tus refrigerios y llenarlos de color, esto te asegura el aporte de nutrientes, checa estos ejemplos de refrigerios saludables!
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